Tapalpa. Junio 26
La historia de México es la lucha del pueblo por construir una nación libre, democrática, justa, igualitaria e independiente. El PRD asume tradiciones históricas de las luchas libertarias que dieron origen a las grandes revoluciones de México; la Independencia, la Reforma, y la Restauración de la República, y la Revolución de 1910; los avances logrados bajo los principios de la Revolución Mexicana y las grandes reformas sociales del gobierno de Lázaro Cárdenas del Rio. Se identifica con las luchas obreras, campesinas populares, feministas, estudiantiles del movimiento nacional indígena y de los movimientos sociales progresistas de la segunda mitad del siglo XX y de principios del siglo XXI. Se reconoce también en los anhelos de libertad y justicia social, causa de las revoluciones socialistas, los movimientos de liberación nacional y la izquierda mundial.
Estos principios e ideales son patrimonio del pueblo mexicano y comprometen al PRD a seguir aportando su mayor esfuerzo en la conquista y reivindicación de las aspiraciones legítimas de quienes sufren de la explotación, la opresión y la injusticia.
El PRD surgió de una inmensa confluencia de ciudadanas y ciudadanos provenientes de distintos movimientos, agrupaciones, organizaciones, y partidos políticos, que compartían el anhelo de hacer de México un país mejor. En 1987 la convicción de que era posible hacer de México un país más justo, libre, igualitario y democrático los llevo a formar un gran movimiento que contendió en las elecciones presidenciales de 1988. En ese mismo año se lanzo el proyecto para la creación de l Partido de la Revolución Democrática, el cual finalmente se constituyo el 5 de mayo de 1989. En el 2001, al inicio de un nuevo siglo y milenio; sus militantes ratificamos el llamamiento fundador de este partido asumiéndonos como miembros de una organización política de izquierda plural, amplia, moderna y democrática.
El PRD declara que se ha constituido por mujeres y hombres iguales y libres dispuestos a luchar por la república, por la vigencia plena de los principios constitucionales y los derechos humanos, y a fundar las instituciones en la libertad, la justicia, la equidad, la razón, la tolerancia y la legalidad. Se propone el ejercicio del poder publico basado en la decisión de la ciudadanía y en la libre organización de la sociedad para construir un mejor futuro para todas las mexicanas y los mexicanos. Sus convicciones, propósitos y compromisos se enuncian en la declaración de principios.
INICIO DE UNA TRANCISION A LA DEMOCRACIA.
La importancia de la reforma de 1979 fue que implico la posibilidad de iniciar la transición a la democracia. Fue un momento en el que el estado cedió, aun pensando mantener mecanismos de control político. Los partidos dejaron de ser semiclandestinos: los perseguían, los vigilaban, pero los dejaban existir. De allí en adelante los partidos pudieron defender su derecho a hacer política pública, a participar en las elecciones, a tener recursos propios proporcionales a los votos obtenidos y, además, se instituyo la representación proporcional. Esta reforma, si bien muy importante, tuvo como limite que la clase política consideraba esta participación como subordinada.
La reforma de 1979 se dio a partir del desprestigio del estado histórico mexicano: la represión de 1968, la profundización de la crisis de los ’70- después del milagro mexicano- y el incremento de la participación publica de fuerzas políticas distintas en las raíces de esta perdida de legitimidad. En ese clima se dio la campaña desde la ilegalidad de Valentín Campa – el único opositor a López Portillo- que logro un porcentaje muy grande de votos (se tenían que contabilizar aunque no fuera registrada su candidatura): más de un millón. Fue ese conjunto de hechos lo que creo las condiciones para que cierta ala políticamente lucida del partido de estado abriera un poco los espacios políticos para evitar la ruptura.
Allí se inicia una transición controlada para subordinar las fuerzas políticas emergentes. De todas formas, en comparación con lo que vendrá después, existía en esos tiempos una gran unidad de la clase política; su primera escisión se dará al final del gobierno de López Portiillo, a raíz de la nacionalización de la banca, que también se decidió en forma autoritaria en un contexto en que el país, desde distintos ángulos, pedía la democracia. Por esto la izquierda, que no consideraba la medida negativa, mantuvo distancia. Con De la Madrid tomo el poder una fracción distinta de la democracia del estado que inicio “la modernización de méxico”; un proyecto ya basado en los planteamientos de la ideología neoliberal: las privatizaciones, la reducción de la burocracia, la liquidación de políticas sociales universales. Este programa de reforma del estado se desarrollara aceleradamente con Salinas de Gortari liquidando el proyecto de la Revolución Mexicana, un capitalismo con derechos sociales, aunque manteniendo la idea del partido de estado.
En este proceso empiezan a darse una serie de conflictos en la clase política mexicana y un sector de ella decide salirse del partido del estado por considerarlo el principal obstáculo de la democratización de México. Entonces se vincula con otros sectores de la oposición y deciden fundar el PRD.
El PRD nace con la convicción de que la reforma de 1979 no iba a llegar muy lejos y que se necesitaba una fuerza independiente del estado que realmente hiciera las transformaciones democráticas que la sociedad exigía. La primera experiencia fue la de las elecciones de 1988 donde la sociedad recobro, como algunos dicen, la memoria. De repente, todo el mundo era cardenista; la sociedad recupero un proyecto con el cual había estado muy vinculada en el pasado y lo hizo, en un hecho novedoso, por la vía de una expresión democrática y desde una posición independiente de la clase política. La respuesta del estado fue el fraude electoral y una serie de mecanismos que demostraron que la reforma política del 79 estaba destinada a subordinar a las otras fuerzas políticas a espacios menores. En este momento, se vieron claramente las resistencias que pone la misma clase política a la democratización; en el 88 se manifestaron muchas tensiones; fuerzas que proponen la lucha armada- en Chiapas y en guerrero- que aunque en esta ocasión cárdenas freno serán un antecedente de lo que vendrá después producto del alto grado de inconformidad frente a las promesas incumplidas por el estado.
El PRD tiene la fuerza suficiente para lograr un mayor avance. No somos un partido que se haya estancado ni que se duerma en sus laureles. Seguimos considerando al partido como una fuerza en construcción. Hay que estarlo reforzando organizativamente; es decir incorporar a más militantes y, también trabajar para que la sociedad conozca su programa.
Uno de nuestros propósitos debe ser profundizar los vínculos del partido con la sociedad. No dejar espacios vacios. En este sentido, nos falta todavía llegar a algunos sectores si realmente aspiramos a tener la mayoría sin hacer de las organizaciones sociales un instrumento corporativo del partido.

